viernes, 29 de junio de 2007

Las diez y diez

Ultimamente tengo cuelgues interesantes, una vez que salgo del laburo mi cabeza es como un "elige tu propia aventura" ...
En esta última semana acumulé más anécdotas producto del vuelo de mi cabecita que en todo un mes normal.
Pero lo que quería compartir era lo siguiente: por qué será que las casas que venden relojes de pared (cuando no tienen los relojes a vender en hora) siempre estan en la posición 10 y 10 ó 2 menos 10, depende como uno quiera verlo o si llega a distinguir la agujita más chica de las más grande.... en fin me pregunto será más atractivo el reloj en esa hora? se podrán apreciar mejor los números?? tiene explicación? o es simplemente una repetición de hábitos de generación en generación???
Y después llego a flamenco y la profe dice "no no, no pongan los pies chuecos como 10 y 10 en las agujas del reloj, en este paso quedarian más como un 12 y 10" JAJAJAJ todo tiene que ver con todo???

lunes, 25 de junio de 2007

Perdiendo el control...

Si ya sé que no es del todo recomendable pero me gusta tener el control, que nada se me escape de las manos... pero el otro día no pude tener el control sobre el corte de luz JUSTO la noche que se hacía en mi casa la Cena Briget Jones... que odio que me agarró, que impotencia, que GRRRRR... cocinar casi a oscuras (las velas no fueron de mucha ayuda), comer a la luz de las velas, al calor del horno - ante la falta obvia de electricidad para el caloventor-... en fin fue como una prueba a mi falta de control sobre la situación y lo peor o lo mejor depende del cristal con que se mire es que mis comensales no la pasaron mal, el encuentro estuvo divertido y nos reimos de la situación.... en fin debo reconocer que me sorprendí de mi misma.

La vida misma

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué.Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, vender o regalar libros. El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan (...) La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. (...) Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse, y humanamente se puede lograr porque te repito, nada ni nadie es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdate, suéltate.
¡Esa es la vida!
By Paulo Coelho.

martes, 19 de junio de 2007

Pasan cosas, todo cambia de lugar, gente se vuelve esencial y gente parece desvanecerse en el recuerdo, el rompecabezas imperfecto del día a día juega a intercambiar piezas de lugar, no todo es blanco o negro, no todo es un extremo u otro, el equilibrio no es fácil (para nada) pero da plenitud, felicidad... sólo hay que saber encontrarlo.
La soledad del alma no tiene que convertirse en un estado, sino en un proceso, al igual que la tristeza (si se convierte en un estado permanente no hay revancha), si logramos llevarla o sobrellevarla con orgullo, con pasión, pasión de saber que nuestro objetivo es encontrar a la otra mitad algún día, pero mientras tanto también vivimos, reímos, acumulamos horas de vuelo (jajaja.)... entonces habremos aprendido a valorar al otro, la caricia del otro (aunque si la hicieramos nosotras mismas sería perfecta), las ideas del otro, la sopresa propuesta por el otro, en concreto la "presencia" del otro, el saber que alguien espera por nosotras y se interesa por nosotras....
No podemos ser mujeres maravillas para toda la vida, seamos "perfectas" pero con un toque de imperfección, aceptemos lo bueno y lo malo, dejemos que el otro se sienta valioso a nuestro lado sino, no esperemos que nos acompañe en el camino....

jueves, 14 de junio de 2007

El dia de ayer - bis

Pero lo más bizarro fue la discusión taxista-pasajera que me tocó vivir. El taxista me vendía a sus hijos como si fueran una obra de arte en remate, el de 27 te lo regalo acotó, flaco, alto, rubiecito, laburador... quiero que se vaya de casa asi que si queres te paso el teléfono y se conocen....
El de 24, un pequeño genio, es mi preferido, es orfebre,labura un montón, está por abrir su propia joyeria, pero creo que tiene novia, pero no importa en el futuro uno nunca sabe si se pelean, anotame tu teléfono y le digo que te llame.
Discusión siguiente, las mujeres son exigentes, incomprendidas, difíciles bla bla bla... me sacó, me enojé, me quedé callada...
Solo faltaban 3 cuadras a mi casa y le dije en la esquina y cobrese.... el señor taxista volvio a la carga, no me querés dejar tu teléfono? NO sr. no se si lo quiere para ud. o para sus hijos pero la verdad con todo lo que me contó no me tienta ninguno.... siga su camino, estoy sola y estoy bien.
Me bajé y el portazo fue el final de tan bizarro viaje.

El día de ayer

Cómo explicarte que ya lo sabía? que tu NO no me asombraba en lo absoluto? que era obvio que no ibas a venir? pero que igual fui a buscarte, no por ingenua sino por esperanzada...

En fin, creo que cualquier tipo de relación pero sobre todo una amistad se cuida de a dos, se mantiene de a dos y crece cuando ambas personas tienen la voluntad de mantener ese contacto que no es diario pero es...
Me cansé de ser siempre la que propone, la que llama, la que aparece... ahora estamos a la deriva... si vos pones actitud avisame...sino seguiremos en el "nos vemos", "nos hablamos", "te llamo me llamas".

martes, 12 de junio de 2007

¿Hay algo más lindo que tener a alguien en quién pensar? ¿Alguien para quien vivir?

jueves, 7 de junio de 2007

"Fuimos periodistas" por Jorge Fernandez Díaz (Diario La Nación)

Transcribo un extracto de este artículo porque me pareció el mejor que leí con motivo del día del periodista! ....

Emilio Petcoff era, a un mismo tiempo, periodista y erudito. En una profesión donde todos somos expertos en generalidades y formamos un vasto océano de diez centímetros de profundidad, Emilio resultaba exótico y admirable. No se lo recuerda mucho, pero fue uno de los grandes periodistas argentinos de todos los tiempos. Ya de vuelta de casi todo, escribió en Clarín crónicas policiales del día. Salía por las tardes, merodeaba comisarías, gangsters, buchones y prostitutas, y luego tecleaba en su Olivetti historias oscuras que destellaban genio. Una de esas crónicas perdidas (cito de memoria) comenzaba más o menos así: "Juan Gómez vino a romper ayer el viejo axioma según el cual un hombre no puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Su cabeza apareció en la vereda y su cuerpo en la vereda de enfrente".

Petcoff parecía haber leído toda la biblioteca universal y hablaba diversos idiomas, pero prefería el estaño a la academia y largas veladas de whisky y citas filosóficas en cafetines de cuarta a cualquier fiesta de vanidades en la sede de una empresa anunciante o en un cóctel de canapés de la Cancillería. Lo conocí en su casa de Barracas, y mientras nos comíamos una milanesa acompañada con vino y soda me dio varias lecciones de literatura y de supervivencia. Me contó, en aquel entonces, que él había trabajado con el mejor cronista argentino del siglo XX: un hombre paradójicamente ignoto y analfabeto que conseguía cualquier información por más difícil que fuera. Petcoff hacía del periodismo un arte mayor, y no se preocupaba ni por la inmortalidad de su nombre ni por la suma de su cuenta bancaria. Era un bohemio lúcido y necesario, y la redacción del diario donde trabajaba tuvo que hacer una colecta para comprarle un sobretodo nuevo, porque el anterior tenía quince años de vida y se había convertido en una colección de andrajos. "Para qué tanta historia antigua", diría Emilio si me escuchara: murió el 7 de mayo de 1994. Esta historia antigua viene a cuento en este nuevo Día del Periodista para recordar lo que alguna vez fuimos.

Petcoff era uno de los últimos representantes de una generación de periodistas inolvidables que no pretendían hacerse ricos y que ni siquiera soñaban con la firma ni con la fama. Sólo querían parar la olla y hacer con arte este oficio maldito. Codiciaban, a lo sumo, ligar algún viaje de trabajo de vez en cuando y, por supuesto, escribir aquella novela que no escribirían nunca. Nada sabían del marketing ni del gerenciamiento, nunca firmaron un autógrafo ni ambicionaban una casa con pileta de natación. No conocían ni de vista a los anunciantes y, a veces, caían en el pecado de la fantasía. No eran perfectos, no todo tiempo pasado fue mejor. Pero aquellos periodistas eran escritores, tenían agallas y talento, y la humildad de los que saben que no saben. Es paradójico: ellos sabían mucho más que nosotros, pero no pretendían opinar de todo, como hacemos con irregular suerte. Aquellos muchachos de antes, que leían todo, tenían la opinión prohibida, por pudor y por prudencia. Algunos muchachos de ahora, que saben perfecto inglés pero tienen problemas con el castellano básico, son "todólogos" entusiastas, próceres mediáticos, salvadores de la patria, ricos y famosos, y predicadores de cualquier cosa. Es decir, predicadores de la nada.

Aquellos empecinados orfebres de la pluma tenían mucha calle y eran nómades por vocación. La joven guardia, en cambio, no es nómade sino sedentaria. No va a buscar la información, la espera para adornarla.

Nota completa en: http://www.lanacion.com.ar/915149